Ética,
Transparencia y Política Anticorrupción en la Gestión Pública
Por Daniel Severino Arias
Master en Gestión Pública Local
Preámbulo:
Este
trabajo tiene por objeto presentar una opinión razonable sobre la ética, la
transparencia y política anticorrupción en la gestión pública. Dicho de
otra manera, emitir una opinión sobre la construcción de un sistema de control
de tipo administrativo sobre las autoridades públicas basado en criterios
éticos y de conducta de la confianza política derivado del principio
democrático, esto es, de un sistema basado en la idea de la responsabilidad
política que se ventila ante los correspondientes órganos de representación de
los ciudadanos o, en último caso, en las correspondientes elecciones (caso de
los miembros de las corporaciones locales).
Determinando
si este modelo de control de tipo administrativo basado en criterios éticos y
de conducta implica que el tradicional sistema de control político en última
instancia residenciado en las elecciones no ha funciona adecuadamente frente a
los casos de actuaciones irregulares de las autoridades. Si se podría afirmar
que las votaciones no “castigan” a las autoridades que han defraudado nuestra
confianza.
Y razonar
sobre vigencia y efectividad del control democrático sobre los representantes
públicos, así como la oportunidad de que ante los casos
de irregularidades deban construirse modelos de control basados en
principios éticos.
Sumario:
Para desarrollar la temática que se
nos plantea, hemos identificado los siguientes criterios, de los cuales
emitiremos una opinión razonable de cada planteamiento, ajustado a los
criterios éticos de conducta basado en los principios democráticos.
ü Una opinión sobre la construcción de un sistema de
control de tipo administrativo sobre las autoridades públicas basado en
criterios éticos y de conducta derivado del principio democrático.
ü Analizar si el actual modelo de control administrativo
basado en criterios éticos y de conducta implica que el tradicional sistema de
control político residenciado en las elecciones, ¿no funciona adecuadamente
frente a los casos de actuaciones irregulares de las autoridades?
ü
Afirmar si el actual modelo de votaciones no se castigan a las autoridades
que defraudaron nuestra confianza.
ü Opinar sobre la vigencia y efectividad del control
democrático sobre los representantes públicos.
ü
Y si antes los casos de irregularidades deben construirse modelos de
control basados en principios éticos.
Opinión sobre
la construcción de un sistema de control de tipo administrativo sobre las
autoridades públicas basado en criterios éticos y de conducta derivado del
principio democrático.
La construcción de un sistema de control de tipo administrativo aplicado en
la administración publica, basado fundamentalmente en los criterios éticos de
conducta acorde con los principios democrático, es tarea esencial para el
funcionamiento del un “Buen Gobierno”. El "buen gobierno" reconoce la
capacidad de conseguir que se hagan las cosas, que no se basa en el poder del
gobierno para mandar o emplear su autoridad. Considera que el gobierno puede
emplear técnicas e instrumentos nuevos para dirigir y guiar. Como señala Stoker, G. (1998).
El buen gobierno será aquel que se sustente en el equilibrio democrático de
los tres Poderes del Estado, “Ejecutivo, Legislativo y Judicial”.
El que da fiel cumplimiento a las leyes y normas que lo regulan, respeta la
participación grupal o individual ordenada de sus ciudadanos y ciudadanas.
El buen gobierno es aquel que aplica los principios éticos y de
transparencia en su forma de gobernar.
Un buen gobierno es aquel que promueve la uniformidad
y objetividad en los distintos organismos que lo conforman, con la aplicación
de principios administrativos que promueven la eficacia y otros principios,
como lo establece La
Constitución dominicana establece, en su Artículo 138.- Principios
de la Administración Pública. La
Administración Pública está sujeta en su actuación a los principios de
eficacia, jerarquía, objetividad, igualdad, transparencia, economía, publicidad
y coordinación, con sometimiento pleno al ordenamiento jurídico del Estado. La
ley regulará:
El
Estado dominicano está provisto de un marco regulatorio, conformado por leyes
que avalan su accionar ante la sociedad, mas sin embargo, no se refleja en la
población, quizás, se deba a la falta de empoderamiento de la ciudadanía, y a la falta de voluntad política por parte
de los gobernantes, que no se ejecuten las leyes correctamente.
Tenemos
las leyes que nos regularían adecuadamente si se aplicarán y se respetarán. Pero
la sociedad es la primera participe de exigir que estas se cumplan, ¡pero no lo
hacen!, dejando al funcionario la libertad de realizar sus funciones a su
antojos y formas, excluyendo siempre al ciudadanos, que
es para quien presta sus servicios.
La
ética es fundamental en el accionar de cada funcionario, pero no puede quedarse
sola, deberá ser acompañada por una serie de principios y valores, que animen
al funcionario a ser integro en su labor. La ostentación de una posición no
puede ser la base de pretender escalar posiciones importantes en el gobierno,
tiene que respetarse los principios y las leyes, que rigen el buen gobierno,
aquel que practica la transparencia y la ética.
Por
todo lo expuesto, es evidentemente imprescindible la construcción de un modelo de control de tipo
administrativo sobre las autoridades públicas, basado en criterios éticos y de
conductas firmes, derivado sobre todo del principio democrático. Sin dejar de
lado la participación de la sociedad, que está, este totalmente informada de todos
los procesos, que les permitirán el empoderamiento masivo y la participación,
reconociendo cada accionar de sus gobernantes: estos buen gobierno, esto
reflejara la transparencia.
Análisis sobre el actual modelo de
control administrativo basado en criterios éticos y de conducta implica que el
tradicional sistema de control político residenciado en las elecciones ¿no
funciona adecuadamente frente a los casos de actuaciones irregulares de las
autoridades?
El actual modelo de control administrativo basado en
criterios éticos de conducta, podría funcionar adecuadamente frente a los casos
de actuaciones irregulares de las autoridades, en el ámbito de la
administración pública, porque se ha demostrado a lo largo de la historia y
esto lo digo a opinión personal, que el tradicional modelo de control político
residenciado en las elecciones no ha funcionado, y los hechos están ahí, una
muestra es, el porqué los países subdesarrollado no han alcanzado rozar el
umbral del desarrollo pleno, y una muestra más, está en el ofrecimiento de los
servicios de primera necesidad de la población. ¿Tanto tiempo que ha pasado y tanto esfuerzo realizado y aun no se ha
logrado?, y todo a causa del fracaso del actual modelo político residido en
las elecciones, debido a que este modelo se basa en la política clientelar, fundamentado
en el fantasioso dicho de ¡quien ostente
ofrecer más, ese es a quien seguirán!.
Si se empleara el modelo de control administrativo
basado en los principios éticos y de conducta,
aplicando la transparencia en el manejo de los fondos públicos, mejorarían
significativamente las administraciones públicas, por que se contaría con las herramientas
eficaces para el manejo de los recursos público. Con la aplicando los
principios de ética y transparencias, que son pilares fundamentales para el
desarrollo de la sociedad.
¿Se puede
afirmar si el actual modelo de votaciones no se castiga a
las autoridades que defraudaron nuestra confianza?
Al afirmar si las votaciones no castigan a las
autoridades que defraudan la confianza de los ciudadanos y ciudadanas
electores; castigar con votaciones,
consiste en que la ciudadanía empoderada, cuando practica su derecho
eleccionario, no favorece a aquellos que lo han defraudado, por lo cual considero
que en el caso de los funcionarios a nivel nacional, no tan evidente el castigo
por parte de los electores, sobre los altos cargos políticos que no han desarrollado
una de buen gobierno y han defraudado su confianza.
Pero lo mismo
no sucede a nivel local (dígase en la elecciones a nivel provincial, municipal
y distrital), donde la escogencia de las autoridades tanto a nivel legislativa
como municipal, se ven seriamente castigadas por su conducta observada durante
el período por el cual fueron electas y electos para desempeñar una función.
Cuando el ciudadano al no ver respuestas a las situaciones planteadas, castiga
al funcionario que no ha cumplido con su responsabilidad, y mucho más aun si lo
aplicamos al modo clientelar.
Para lo ante planteado podemos decir que se aplica el
viejo adagio que reza: “a pueblo chico,
infierno grande”. Estas son conductas observadas muy a menudo, en cada
proceso eleccionario, que cuando el ciudadano contempla la persecución
generalizada en una determinada localidad, de que sus funcionario no les han
dado respuestas contundentes a sus demandas, ósea no se ve reflejada la labor
de buen gobierno, éste aplica el castigo eleccionario, votando en contra de
dichos funcionarios.
Por lo que se puede considerar que el
castigo eleccionario es más evidente a nivel local, que a nivel nacional,
porque es ambos casos incide la cercanía de la población al funcionario en su
labor de ejecución de gobierno, ya que es muy difícil a beses percibir los
niveles de transparencia y principios de buen gobierno a nivel nacional.
Opinión sobre la vigencia y efectividad
del control democrático sobre los representantes públicos
Para tratar este criterio sobre la vigencia y
efectividad del control democrático sobre los representantes político, lo referiré
al siguiente planteamiento, que dice “Los
gobernantes no son solamente individuos distintos que ocupan una posición
diferente de la de los gobernados, sino que conservan en sus decisiones cierta
independencia frente a la voluntad de los gobernados”, como indica, Manin, B. (1995). Esto a raíz de que ninguno
de los gobiernos representativos instituidos desde fines del siglo XVIII ha permitido
los mandatos imperativos ni han reconocido la validez jurídica de las
instrucciones dadas por los electores. Tampoco la sociedad ha instituido la des
probabilidad definitiva de algunos de
sus representantes. Por lo que se ha evidenciado la no vigencia efectiva del
control democrático, ya que los representantes no han dado cabida eficaz de ser
regulado por los controles democráticos, han dejado de lado la participación
ciudadana en el ejercicio de sus gobiernos. A fruto de no ser participativos, practicantes
de la justicia y la igualdad social, no han reflejado los principios de ser
catalogado como buenos representantes democráticos, dignos del buen gobierno.
Antes los casos de irregularidades deben
construirse modelos de control basados en principios éticos.
La construcción de un modelo de control basado en principio
ético es fundamental para la realización de un buen gobierno basado en los
principios éticos y de transparencia, que es la forma fundamental para que se
puedan desarrollar las bases normativas y aplicarlas en las ejecutorias del
buen gobierno. Sin estos mecanismos de controles, la gobernanza seria
insostenible para el Estado como único administrador de los recursos.
“La ética para los servidores públicos se refiere a situaciones de
aplicación. El bien común, lejos de ser una abstracción, se materializa en cada
acto realizado en las múltiples instancias de la Administración Pública. Es la
suma de miles de decisiones diarias de los servidores que laboran en las
organizaciones públicas”. Indicado en Bautista, O. D. (2007).
Es inminente contar con profesionales honestos y
capacitados para llevar a cabo la realización del buen gobierno, esta tarea no
puede jamás quedar en manos, solamente del personal político de altos cargos y
de confianza, debido a que estos por lo general son transitorios en los cargo,
esta tarea deber reposar en la responsabilidad de personal de carera
calificado, fieles cumplidores de las normativas, que velaran por el sano
ejecutar del gobierno, en favor de la mayoría.
Conclusiones finales
Denotar que la ética y la transparencia en los
proceso administrativos públicos juegan un papel preponderante para el correcto
funcionamiento de las ejecutorias de los funcionarios públicos. Tantos los
principios éticos, democráticos y la transparencia son pilares que garantizan
el buen gobierno de las sociedades y por demás las sociedades con buenos
gobiernos, estarán encaminadas y a la permanencia del desarrollo sostenido de
sus entornos.
Como fuimos indicando en cada uno de los criterios
señalados, la ética y la transparencia en el buen manejo de la ejecutorias de
los funcionarios gobernantes de turnos, tanto nacional, como en el ámbito
local, en ellos es vital la aplicación de los principios éticos y democráticos,
para que puedan en fin desarrollar una actividad enteramente transparente, en
donde no sea necesaria la confianza y que no depende solamente de las
normativas, sino del sano criterio personal del funcionario, que apegado a una
serie de principios éticos y valores morales, se pueda alcanzar y llevar a cabo
el accionar de un buen gobiernos que actúe al servicios de sus ciudadanos.
Para finalizar cito la siguiente frase de Alarcos
Martínez “Quienes son o pueden llegar a
ser capaces de ejercer este arte tan difícil y tan noble que es la política,
prepárense para ella y procuren ejercitarla con olvido del propio interés y de
toda ganancia banal. Luchen con integridad moral y con prudencia contra la
injusticia y la opresión, contra la intolerancia y el absolutismo de un solo
hombre o de un solo partido político; conságrense con sinceridad y rectitud,
más aún, con caridad y fortaleza política, al servicio de todos. Citado por Citado
por Alarcos M. (1999).
Referencias:
Constitución Dominicana del 26 de enero de año 2010
Stoker, G. (1998). El buen gobierno como teoría:
cinco propuestas. Revista
Internacional de Ciencias Sociales, 155,
3-35.
Manin, B. (1995). La democracia de los modernos.
Los principios del gobierno representativo. Revista
Sociedad, 6, 13-38.
Diego Bautista, O. (2009). Ética pública y buen
gobierno.
Bautista, O. D. (2007). Ética y política: valores
para un buen gobierno. Encuentros multidisciplinares, 9(27),
22-37.
Alarcos M. (1999). Francisco: Para vivir la ética
en la vida pública, p. 111